¡Estoy vivo!

Lenore y Frank Davis esperan con ilusión el nacimiento de su segundo hijo, pero lo que debería ser un momento de alegría se convierte en pesadilla cuando el recién nacido desaparece durante el parto y aparecen cinco cuerpos sin vida alrededor de la escena. La ciudad entra en estado de shock y los investigadores se enfrentan a una realidad que desafía toda explicación racional: algo nacido humano parece ser, a la vez, una amenaza imparable.

Mientras la policía recorre calles y hospitales, Frank emprende su propia búsqueda desesperada, atrapado entre el amor incondicional a su hijo y el terror por lo que esa criatura podría causar. La película juega con la paranoia colectiva, la desconfianza hacia las autoridades médicas y la fragilidad de los lazos familiares cuando se enfrentan a un horror incomprensible.

Con un ritmo tenso y una atmósfera opresiva propia del cine de los años setenta, la historia plantea preguntas sobre la naturaleza de la maternidad, la responsabilidad y la reacción social ante lo anómalo. Es una mezcla de terror y drama social que mantiene la tensión mientras explora hasta qué punto un padre puede llegar por proteger a su sangre, aunque eso signifique desafiar a todo el mundo.