Bob el jugador

Bob Montagne es en París prácticamente sinónimo de juego y de triunfo: un jugador amable, de clase y muy estimado por casi todo el mundo, incluso por el inspector Ledru, que le trata con cierta indulgencia. Su figura de caballero del azar se mueve entre casinos, amigos y viejas fidelidades, sostenida por una racha de fortuna que le ha convertido en una leyenda urbana.

Cuando la suerte le da la espalda comienza a perder apoyos y se embarca en la apuesta más desesperada de su vida: asaltar el casino de Deauville durante el fin de semana del Gran Premio, cuando las arcas están llenas. Pero pronto descubre que la partida está amañada y que la policía le sigue la pista; la película traza así un retrato de fatalismo y traición en el que el juego, el honor y la caída se entrelazan en las calles y salones de una París crepuscular.