Muertos y enterrados

En un pequeño y aparentemente idílico pueblo costero, una serie de brutales asesinatos perpetrados por grupos de vecinos contra turistas desata una atmósfera de miedo y sospecha. Las escenas son crudas y sangrientas, y la sensación de comunidad cerrada y oculta convierte cada calle y cada rostro en una posible amenaza. La película explora cómo la violencia colectiva puede enmascararse bajo una fachada de normalidad y cómo el silencio de los locales alimenta el horror.

Lo más perturbador es que los cadáveres no parecen permanecer enterrados: vuelven a aparecer viviendo como si nada hubiera ocurrido, integrándose en la rutina del pueblo y sembrando paranoia entre los pocos forasteros y las autoridades que intentan investigar. Con una mezcla de suspense psicológico, gore de efectos prácticos y un crescendo inquietante, la película construye un clima opresivo en el que la verdad es tan escalofriante como inevitable.