El príncipe y el mendigo

En la Inglaterra Tudor, un pobre muchacho llamado Tom Canty descubre que es casi idéntico al príncipe Eduardo, hijo del rey Enrique VIII. Unidos por la curiosidad y el deseo de escapar de sus respectivas jaulas sociales, los dos niños intercambian ropas por un juego que pronto se convierte en algo mucho más serio. La trama arranca con inocencia y pronto se transforma en una lección de vida sobre identidad y responsabilidad.

Separados por el destino, Tom se ve obligado a asumir las exigencias y peligros de la corte real, aprendiendo a navegar intrigas, ceremonias y la desconfianza de los que le rodean. Mientras tanto, el príncipe Eduardo debe sobrevivir en los barrios bajos, enfrentando la pobreza, el abuso y la crudeza de la vida común. Ambas experiencias los transforman: uno adquiere compasión y sentido del deber, el otro, humildad y astucia.

La película explora con sensibilidad las diferencias de clase y la naturaleza del poder, combinando momentos de tensión con pasajes de ternura y humor. A través de los ojos de los niños, se cuestiona la justicia de una sociedad rígida y se muestra cómo la empatía puede nacer del sufrimiento compartido. Las pruebas que enfrentan revelan tanto la fragilidad humana como la capacidad de cambio.

Con un tono aventurero y a la vez reflexivo, la adaptación de 1977 ofrece entretenimiento familiar sin renunciar al vigor histórico de la época. Las actuaciones transmiten la inocencia y el coraje de los protagonistas, mientras que la ambientación recrea con detalle la crudeza y el esplendor de la corte Tudor. El resultado es una fábula atemporal sobre identidad, solidaridad y el precio del poder.