El dragón chiflado

La película de 1941 combina con ingenio secuencias de acción real y animación para ofrecer una comedia ligera y encantadora. El humorista Robert Benchley recorre los pasillos de los estudios mientras intenta encontrar a Walt Disney con la idea de adaptar un cuento sobre un dragón poco convencional. En lugar de rugir y luchar, este dragón prefiere la poesía y las delicadeas labores artísticas, lo que genera situaciones cómicas y un contraste tierno con los estereotipos legendarios.

A lo largo de su búsqueda Benchley recibe un recorrido por el corazón creativo del estudio: talleres de diseño, sesiones de dibujo y salas de doblaje que muestran, con un tono divulgativo y juguetón, cómo nacen los personajes animados. La película usa ese viaje como excusa para explicar técnicas de animación, desde los bocetos hasta el entintado, salpicándolo todo con sketches cómicos y momentos de metateatro que rompen la cuarta pared.

El resultado es una fábula amable sobre la imaginación y la tolerancia, y al mismo tiempo un documento curioso sobre los orígenes del cine de animación. Su mezcla de humor, música y fascinación por el proceso creativo convierte a la obra en una pieza entrañable y educativa, pensada tanto para público joven como para adultos interesados en el arte y la magia del estudio cinematográfico.