La noche de la iguana

Un clérigo episcopal depuesto, atormentado por un escándalo personal y la sensación de haber fracasado en su vocación, acepta guiar a un grupo de mujeres bautistas de mediana edad en un tour por la costa mexicana. Lo que debía ser una huida ordenada se convierte en una confrontación inevitable con los fantasmas que le persiguen y con las decisiones que le han llevado a ese punto de quiebra personal.

En una posada costera, polvorienta y fuera del tiempo, busca refugio y choca con una mujer fuerte que regenta el lugar y con una itinerante artista que llega con su anciana compañía. Las relaciones entre estos personajes, teñidas de tensión sexual, orgullo y ternura, van desnudando la vulnerabilidad de cada uno y obligan al protagonista a enfrentarse a su propia fragilidad sin evasivas.

La película explora el conflicto entre la fe rota y la urgente necesidad de conexión humana, hilando humor amargo con momentos de una emoción contenida y dolorosa. El paisaje tropical y las noches opresivas funcionan como espejo de la crisis interior: la furia, la compasión y la posibilidad de perdón se disputan cada escena, en una mezcla de drama lírico y crudeza íntima.

Lejos de ofrecer soluciones limpias, la historia sugiere una aceptación difícil pero liberadora: no tanto la restauración de una antigua vocación como el reconocimiento de la propia fragilidad y la importancia de los vínculos que nos sostienen. La presencia persistente de la iguana, animal que sobrevive en el calor y el desorden, subraya la tensión entre instinto y espiritualidad que atraviesa todo el relato.