Una jornada insoportable empuja a una madre soltera trabajadora hasta un punto de quiebre: entre facturas, turnos interminables y la indiferencia de quienes le rodean, un pequeño incidente desencadena una decisión tan desesperada como imprevisible. La película sigue de cerca ese día y sus consecuencias, mostrando con pulso firme cómo se acumulan las tensiones hasta explotar en un acto que cambia para siempre la vida de todos los implicados. El ritmo es tenso y contenido, y la narración evita la espectacularización para centrarse en la humanidad de la protagonista y en el peso de sus circunstancias.
Más allá del acontecimiento central, el filme funciona como un retrato desgarrador y empático de la precariedad y de las fallas sociales que empujan a la gente a extremos. Las interpretaciones son intensas y el enfoque visual es sobrio, lo que potencia la sensación de realismo y obliga al espectador a interrogarse sobre culpa, responsabilidad y compasión. Es una obra que incomoda y conmueve a partes iguales, dejando una huella persistente y preguntas que no se resuelven fácilmente.