Tras veinticinco años viviendo al amparo de Denise y de una vida cómoda sin trabajar, Alex —conocido por ser gigoló— es despedido de forma inesperada y se encuentra en la calle. Ese golpe lo obliga a abandonar su rutina y a enfrentarse por primera vez a la precariedad y al vacío que deja perder una identidad basada en el encanto y la dependencia de otros.
Con una mezcla de humor y melancolía, la película sigue su intento de reconstrucción personal entre encuentros agridulces y situaciones que desnudan la fragilidad humana. A través de personajes secundarios entrañables y conflictos íntimos, la historia reflexiona sobre el paso del tiempo, la dignidad y la necesidad de reinventarse cuando ya no existen atajos que garanticen la supervivencia emocional.