Rosebud Baker ofrece una mirada cruda y desternillante sobre la maternidad en toda su belleza caótica, filmada tanto antes como después de dar a luz. Con su voz afilada de comediante y una honestidad desarmante, combina monólogos en directo con escenas íntimas del día a día: preparativos del embarazo, el parto, el posparto, noches sin dormir y momentos de ternura inesperada. El tono oscila entre lo irreverente y lo profundamente humano, mostrando cómo el humor sirve de puente para hablar de cansancio, inseguridades y cambios físicos y emocionales.
El resultado es un retrato a la vez cómico y conmovedor que desmonta mitos sobre la maternidad y celebra sus contradicciones. Entre risas y desahogos, la película invita a reconocer la vulnerabilidad compartida de ser madre y a encontrar alivio en la risa, dejando una sensación de catarsis y esperanza que resuena mucho después de los créditos.