En una urdimbre de contrastes, la película sigue las vidas de dos familias: una que sobrevive en un barrio marginal de Mumbai y otra que habita un rascacielos de lujo cuya vida parece alejada de la realidad de la primera. La narración muestra sus rutinas, anhelos y pequeñas decisiones cotidianas hasta que una cadena de circunstancias, negligencias y malentendidos desemboca en una explosión trágica que altera por completo sus destinos. Ese estallido no solo provoca víctimas y destrucción, sino que pone en marcha una investigación y unas reacciones que harán aflorar verdades incómodas y vínculos inesperados.
Con un tono tenso y profundamente humano, Visfot explora la desigualdad, la responsabilidad colectiva y la fragilidad de las fronteras que separan ricos y pobres. El director emplea primeros planos, silencios y un ritmo contenido para construir empatía por personajes de ambos lados, mostrando tanto la desesperación como los gestos de solidaridad que sobreviven al desastre. La película plantea preguntas sobre culpa, reparación y la posibilidad de justicia, dejando al espectador conmocionado pero también con una esperanza contenida hacia la reparación y el cambio.